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Psicodermatología: por qué los investigadores creen que la conexión mente-piel es importante

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Casi todo el mundo ha oído hablar de la conexión intestino-cerebro, según la cual el intestino y el cerebro se comunican entre sí. De hecho, la conexión intestino-cerebro está bien establecida en múltiples estudios desde hace décadas. ¿Pero qué pasa con la conexión mente-piel? 

¿Podría ser la psicodermatología la clave para entender la intrincada interacción entre las emociones y la epidermis? ¿Qué es la psicodermatología y cómo este campo de investigación emergente podría cambiar las reglas del juego en lo que respecta a la salud de la piel?

¿Qué es la psicodermatología?

La psicodermatología es un nuevo campo que se cruza con el estudio de la piel y la mente. Incorpora la dermatología, que implica la comprensión y el tratamiento de afecciones de la piel, como el vitíligo, el acné y la rosácea, con la psicología y la psiquiatría, que tratan de comprender la mente y sus trastornos, como la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia, entre muchos otros.

A pesar de la opinión de que la psicodermatología es una disciplina médica nueva y en ascenso, se empezó a hablar de ella en la antigua Grecia, en tiempos de Hipócrates. En sus obras escritas, Hipócrates reconocía la conexión entre el estrés y la piel. Incluso mencionó casos de personas que se arrancaban el pelo debido al estrés emocional.

En épocas más recientes, el libro Enfermedades de la piel, escrito por William James Eramus Wilson en la década de 1850, presentó al mundo una visión más profunda de la psicodermatología. Wilson escribió sobre la "neurosis cutánea". La neurosis cutánea se define técnicamente como una afección de la piel que se debe a un trastorno mental sin causa orgánica.

Wilson observó que los trastornos mentales guardaban relación con enfermedades de la piel tales como lesiones cutáneas de color más claro que la piel circundante de la zona; alopecia areata o parches debidos a la caída del pelo que provocan calvicie; e incluso delirios de parásitos en la piel, causantes de escozor. Incluso relacionó la hiperhidrosis, una afección en la que hay un exceso de sudoración, con trastornos mentales como la ansiedad, los miedos y las fobias, y la depresión.

En la actualidad, la psicodermatología se ha vinculado a otro campo emergente, la psiconeuroinmunología, que estudia cómo los trastornos emocionales y mentales, como el estrés, pueden afectar el sistema inmunitario y la piel.

Muchos investigadores y clínicos dividen los trastornos psicodermatológicos en tres categorías: trastornos psicofisiológicos, trastornos psiquiátricos primarios y trastornos psiquiátricos secundarios.

Los trastornos psicofisiológicos son trastornos cutáneos que reaccionan a condiciones emocionales como el estrés. Entre las afecciones cutáneas que corresponderían a esta categoría figuran el eczema y la psoriasis.

Los trastornos psiquiátricos primarios son afecciones mentales que provocan trastornos cutáneos autoinfligidos. Esto incluiría afecciones como la tricotilomanía. La tricotilomanía es una afección que consiste en arrancarse el pelo de varias partes del cuerpo, como el cuero cabelludo o las pestañas, debido al estrés extremo u otro tipo de trastornos mentales.

Los trastornos psiquiátricos secundarios implican trastornos cutáneos que producen desfiguración y dan lugar a fobias sociales y baja autoestima.

Sin lugar a dudas, existe un historial bien documentado de trastornos psiquiátricos y psicológicos que se manifiestan en la piel y viceversa. Esto indica que existe una conexión directa entre la mente y la piel.

Desentrañar la conexión mente-piel

Mientras que la conexión intestino-cerebro se ha estudiado ampliamente y ha suscitado un gran interés en los últimos años, la conexión mente-piel ha suscitado menos interés. De hecho, la creencia de que el cuerpo está interconectado apenas ha empezado a ganar aceptación en la medicina moderna.

La interconectividad consiste en que ninguna parte del cuerpo actúa o sufre de forma aislada con respecto a otra. Si una parte del cuerpo está desequilibrada, otra también puede verse afectada. Esto significa que un desequilibrio en el microbioma intestinal puede afectar la salud cerebral, y un trastorno mental como la ansiedad puede afectar la integridad y la salud de la piel.

Pero, ¿por qué existe una conexión entre la mente y la piel? La psicodermatología nos da algunas pistas sobre esta cuestión.

La psicodermatología reconoce que tanto la piel como el sistema nervioso, que incluye el cerebro, provienen del mismo origen. Durante la etapa embrionaria, o temprana, del desarrollo humano, la capa del embrión llamada ectodermo genera con el tiempo tanto la piel como el sistema nervioso. Este vínculo común entre el origen de la piel y del sistema nervioso ayuda a explicar la conexión entre la mente y la piel.

Las investigaciones también indican que es posible que la conexión fisiológica entre la mente y la piel se deba a un tipo especial de células llamadas células de Merkel. Se trata de células especializadas situadas bajo la capa externa, o epidermis, de la piel. Estas células son las encargadas de la sensación del tacto y están vinculadas estrechamente a los nervios que transmiten dicha sensación al cerebro.

Además, es posible que las células de Merkel participen en la liberación de neurotransmisores, o mensajeros químicos, en el organismo. En un estudio in vitro, o de probeta, se observó que el tamaño de las células de Merkel en la piel aumentaba con las afecciones cutáneas inflamatorias.

La psicodermatología también permite comprender mejor la relación entre la mente y la piel al estudiar los efectos del estrés en el organismo. Según un estudio, el estrés emocional agudo podría provocar un aumento de la activación y degranulación de los mastocitos. Los mastocitos son glóbulos blancos que contienen histamina. Al activarse, liberan gránulos de histamina (degranulación) en la sangre, lo que provoca un aumento del escozor y la inflamación de la piel.

Las investigaciones siguen indicando que existe una conexión muy clara entre la mente y la piel. De hecho, las investigaciones indican que los trastornos mentales son bastante frecuentes en quienes padecen afecciones cutáneas. Por ejemplo, en un estudio se observó que los niños con eccema tenían un riesgo mucho mayor de desarrollar trastorno por déficit de atención con hiperactividad que los niños sin eccema.

En otro estudio se observó que los individuos con piel sensible presentaban una mayor asociación con la ansiedad y un mayor enrojecimiento de la piel. Y en otro estudio se observó que las personas que sufrían un trastorno depresivo mayor tenían un 64 % más de riesgo de padecer vitíligo, una afección cutánea que consiste en la pérdida de color de la piel en forma de manchas. Las investigaciones también han relacionado el vitíligo con la ansiedad. Por ejemplo, aproximadamente el 36 % de las personas diagnosticadas de vitíligo también padecían ansiedad.

Incluso el acné se ha relacionado con el estrés emocional en psicodermatología. Las investigaciones señalan que un aumento del estrés puede provocar brotes de acné más graves. Según un estudio en el que participaron estudiantes de medicina, una mayor percepción de estrés provocaba brotes de acné más graves.

Beneficios de la NAC, la vitamina B y el estrés

Los estudios indican que hasta el 40 % de las personas que buscan tratamiento para afecciones cutáneas también padecen un trastorno psiquiátrico subyacente que contribuye a agravar o empeorarlas. Por ello, la psicodermatología se centra en tratar tanto la mente como la piel en beneficio de la persona. 

Los estudios en psicodermatología se han centrado en una serie de distintas modalidades para ayudar a mejorar tanto el estado de la piel como el de la salud mental del individuo. Algunas de las modalidades estudiadas son la N-acetilcisteína (NAC), el inositol, las técnicas de reducción del estrés y la vitamina B12.

Por ejemplo, los estudios indican que la administración de NAC puede beneficiar comportamientos repetitivos como rascarse compulsivamente la piel o arrancarse el pelo. En un estudio doble ciego controlado con placebo en el que participaron 50 individuos que padecían tricotilomanía se descubrió que la NAC disminuía considerablemente la gravedad de la conducta de arrancarse el pelo en comparación con el placebo.

La N-acetilcisteína (NAC) es una forma sintética del aminoácido cisteína, que es indispensable para fabricar proteínas como la betaqueratina, que está presente en el pelo y la piel. En un estudio de caso en el que se utilizó NAC en una mujer con tricotilomanía, se descubrió que el pelo le había vuelto a crecer por completo en tres meses.

En otro estudio sobre la excoriación cutánea, un trastorno que lleva a las personas a rascarse excesivamente la piel, se descubrió que el inositol ayudaba a reducir la gravedad del rascado. El inositol es un tipo de azúcar que se encuentra en todo el organismo y el cerebro y que ayuda a influir en el estado anímico y la función cerebral.

Los estudios también indican que reducir la ansiedad podría ayudar a mejorar de forma directa la salud de la piel. Las investigaciones indican que las terapias cuerpo-mente, como la meditación y la reducción del estrés basada en la atención plena, ayudaron a mejorar moderadamente la sensación de escozor y el deseo de rascarse en adultos con eccema y psoriasis, en comparación con un grupo placebo.

Las investigaciones también señalan que el uso de vitamina B12 como suplemento tópico u oral podría desempeñar un papel beneficioso en la conexión mente-piel. Por ejemplo, en un ensayo doble ciego, controlado con placebo y aleatorio se aplicó vitamina B12 tópica a lesiones de eccema en niños. En el estudio se observó que la vitamina B12 tópica mejoraba el eczema más que el placebo a las 4 semanas de seguimiento. En otro estudio de caso se observó que la administración de suplementos de vitamina B12 ayudaba a mejorar el eccema en un hombre de 18 años que necesitaba cantidades considerables de tratamiento tópico con esteroides debido a la gravedad de su afección.

Cabe destacar que algunos estudios han relacionado las vitaminas del grupo B, sobre todo la vitamina B6y la B12, con un aumento positivo del estado anímico general y una disminución de la percepción del estrés.

Conclusiones

La psicodermatología es una ciencia emergente que se basa en la interconexión entre la mente y la piel. Un enfoque psicodermatológico de la conexión entre la mente y la piel podría ser el camino a seguir para promover la salud y juventud de la piel y una mente sana. Incluso es posible que el estudio de la psicodermatología promueva la longevidad al centrarse en las manifestaciones cutáneas de la salud mental como señal temprana de la respuesta del organismo al estrés

Al abordar los efectos de la mente en la piel y viceversa, un enfoque psicodermatológico podría ser la clave para establecer una rutina antienvejecimiento completa tanto para la mente como para la piel.

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